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Viernes de reseña- Fahrenheit 451

Actualizado: 21 sept 2020

Fahrenheit 451 de Ray Bradbury

Por Luciana Mattía



Cuando uno piensa en un relato situado en un mundo distópico, puede tender a imaginarse a una población sumida en la desgracia y la pobreza pero Ray Bradbury en Fahrenheit 451 nos presenta un giro en ese estereotipo que hace que, a veces, la historia se sienta agobiante y aterradoramente parecida a la realidad.


Fahrenheit 451 transcurre en un futuro sombrío en el que la lectura está estrictamente prohibida ya que esta desarrollaría el pensamiento crítico y con este, al ser la forma desde la cual cuestionar la felicidad impuesta y configurada por el gobierno y conseguir un desarrollo del intelecto, aparecerían las desigualdades y la desgracia generalizada. Los Bomberos no se dedican a apagar fuegos, sino, paradógicamente, a provocarlos, para acabar con los libros que impiden a las personas ser genuinamente felices. La historia sigue a Guy Montag, un bombero que conoce a una chica “distinta” que lo hace pensar sobre el mundo en el que viven y replantearse su labor. 451 grados Fahrenheit (233°C) es la temperatura en la que arde el papel y esta no es la única referencia al fuego que se presenta a lo largo de la novela. Recurrentemente, este elemento aparece como una materia muy poderosa capaz de destruir y de unir, que hila, de alguna forma, las tres diferentes etapas del desarrollo de la trama y de Montag como protagonista.


Ray Bradbury nació en Illinois, Estados Unidos en 1920 y publicó Fahrenheit 451 en 1953, tal vez este dato sea uno de los más impresionantes, ya que el libro incluye situaciones muy propias de la sociedad de finales del siglo XX y XXI: gente pasando horas frente a una pantalla, autos que circulan a 120 kilómetros por hora en calles normales y gente siendo atestada por publicidades las 24 horas del día. Estos ejemplos tal vez no suenen tan ajenos a nosotros.


Este libro fue publicado en el contexto del mundo después de la Segunda Guerra Mundial, que temía a las consecuencias de la bomba atómica, y a la posibilidad de una dominación mundial en manos de líderes fascistas y regímenes totalitarios. En el libro, una guerra de la que no se conoce mucho pero que es referenciada constantemente termina a manos de una bomba atómica, casi como un guiño a las explosiones de Hiroshima y Nagasaki. En la Alemania Nazi, fue común quemar las bibliotecas de intelectuales judíos como una forma de censurarlos e inhabilitarlos profesionalmente. Esta es otra relación con la realidad que presenta la trama. Puntualmente en Argentina, puede hacer acordar a la dictadura de 1976, en la que ciertos libros estaban prohibidos por creer que atentaban contra el afán del gobierno de facto de mantenerse en el poder.


Si bien en ciertos puntos de la historia puede parecer que la trama no está avanzando, la forma en la que Bradbury decidió escribir la novela, en algunos momentos casi poética, te hace adentrarte en la cabeza del personaje principal, comprenderlo y empatizar con él, conseguir que hasta sus acciones más alocadas tengan completa lógica. Los sentimientos de Montag aparecen directamente representados en el papel, cuando está confundido, el autor juega con las repeticiones de palabras, formando párrafos casi tediosos de leer que te dejan exactamente con el mismo sentimiento del protagonista para seguir con la historia.


Fahrenheit 451, así como 1984 de George Orwell, son libros que marcaron un antes y un después en este género por su forma de relacionarse con la realidad en tanto que la distopía puede, en alguno casos, quedar oculta. La novela de Bradbury es un clásico que se mantiene vigente hasta el día de hoy por el mensaje, si se quiere, oculto, que presenta principalmente para adultos jóvenes (o no tanto) de las generaciones actuales: muestra la importancia que tiene la lectura en un mundo rodeado por pantallas, esta nos permite imaginar y pensar por nosotros mismos aunque lo que vemos en la televisión o nuestros celulares pretenda imponernos una cosmovisión en particular, y a través de los libros podemos poseer gran cantidad del conocimiento de toda la humanidad. El hecho de quemar libros lleva consigo el quemar y eliminar las mentes de las personas y, en un mundo en el que no se conoce más que oscuridad, el primer paso es conseguir luz.


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