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Foto del escritorJésica Condines

Viernes de reseña: Todos los soles mienten

Actualizado: 21 sept 2020

Todos los soles mienten de Esteban Valentino.

Por Emma Piaggio



El libro que hoy me propongo reseñar me atrajo desde distintos lugares, todos igualmente válidos e interesantes para el análisis. El autor, Esteban Valentino, nació el 11 de diciembre de 1956 en Castelar, Provincia de Buenos Aires. Es licenciado y profesor universitario en Letras. En la actualidad vive en Victoria.

Todos los soles mienten describe un planeta Tierra en extinción, no por el calor, como una pensaría, sino por el frío. El cambio climático se debe a la agonía del Sol, que se está apagando. Con la baja de la temperatura hay una nueva plaga, las ratas; deben ser exterminadas, y los designados para aquella tarea son los jóvenes de 14 a 18 años. Sobre una fracción de ellos se centra este libro, dueño de un final inesperado.

Un grupo de doce jóvenes se une para algo increíble. Han encontrado un reducto, una pequeña porción de la tierra donde el frío no existe, es más, hace calor, que nadie más conoce. Una idea surge en el centro de los que son los despreciados de aquella sociedad, los relegados a matar ratas con garrotes. La vida. En aquel lugar, aislado, doce metros cuadrados, caben 4 personas, que podrían sobrevivir, y si no ellos, sus descendientes,

en un futuro sin frío y con posibilidades de empezar de nuevo. Un proyecto que al principio parecía disparatado comienza a hacer mella en ellos, y preparan el llamado Santuario para el día no tan lejano en que tengan que encerrarse.


El libro describe los pormenores de un apocalipsis, pero no es eso lo que destaco. Un grupo de jóvenes que se organizaron, que fueron fuerza; pudieron moverse y mostrar sus capacidades porque no había adultos alrededor para censurarlos, castigarlos y/o adoctrinarlos. Los dejaban ir libres porque entendían que se les acababa el tiempo; ellos entonces crecieron más rápido, se pulieron a sí mismos. Me impresiona porque le muestra al lector (de cualquier edad) lo que realmente puede lograr una persona joven, que son infundados los prejuicios de los adultos de que no podemos hacer nada, de que no tenemos una idea definida, somos unos vagos. Esteban Valentino expone lo que sería posible, en otro mundo, otra historia, pero posible. La sociedad siempre ha llamado a los jóvenes “la esperanza de la humanidad”, lavándose las manos. Acá también se lavan las manos: ellos tienen que cazar a las ratas. Al mismo tiempo, ellos se describen a sí mismos como “despreciables”; los despreciados. Son la generación que nunca llegará a ser, excepto los 4, que serán pero no del todo, porque sobrevivir no es vivir. El libro habla de las contradicciones, el proceso de preparar un futuro que quizá no sea el de uno (los 4 no se elegirán hasta el mismo fin, la alarma final de frío que matará a la humanidad). A veces lo enfrentan con profundas reflexiones y otras el humor negro es la única salida para no morirse de desesperación.

Otro tema que presenta el autor es el amor, las relaciones románticas humanas. En el grupo, que es muy amplio y se termina centrando en seis personas, se ven representados sentimientos que o bien ya existían antes del Plan o que surgieron de pronto. Lo particular de aquellos es que son flores que se abren al borde del precipicio; ante la incertidumbre de quién va a quedar a sendos lados de la puerta, es una apuesta al destino, se trata de disfrutar lo que existe, en el momento presente, me parece que no se puede vivir la realidad más intensamente que el modo de ellos.

Por otro lado, admiro la combinación riesgosa de caer en un cliché “adolescentes y apocalipsis”. El autor lo retrata desde un punto de vista más integrado, más humano. Distingo un capítulo, el primer encuentro sexual de una de las parejas del grupo; ellos se citan un día, una tarde entera para “conocerse”; el amor no es para pensar en un mundo mejor que no se esté congelando, es vivir todo lo que se pueda. La mezcla de adolescencia y final inexorable, de sentirse poderosos aunque sea ínfimamente en un mundo que ya los olvidó, la cotidianeidad de un <<¡ma, salgo!>> y que sea para ir a matar ratas o planear la última esperanza de vida.

Valentino utiliza el recurso de la diversidad de capítulos, unos narran cómo vivían antes del Santuario, del frío cada vez más fuerte, desde perspectivas personales que van cambiando de sujeto, y otras que detallan las vivencias de cada día del “hoy”.

Concluyendo, creo que este libro tiene un mensaje importante para dar, aun cuando su imprevisible y brusca vuelta de tuerca cambie las cosas. Apropiado para todas las edades, recomendado especialmente para adolescentes, digamos de 14 a 18 años, como los protagonistas. Revela la posibilidad de cambio, no a lo ineludible, sino a lo que está en nuestras propias manos jóvenes (¿qué significará esa palabra?) para modificar, torcer el rumbo. La esperanza ya está muy usada, digamos que transmite la certidumbre de que unidos se hace la diferencia, aunque sólo sea para nosotros y no para el resto del mundo.


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